jueves, 28 de enero de 2016

Bob Dylan, pádel, croissants y mimosas.

Escuchar a Bob Dylan en una tranquila tarde de trabajo.
Jugar un buen partido de pádel en buena compañía inundados por la luz  de un tibio sol de mediodía de un suave invierno barcelonés.
Recorrer el camino a casa entre pinos bañados por la amarilla luz de la cada vez más larga tarde, pasando del azul del mar al verde de la montaña al doblar la carena.
Bañarte una hora con tu hija pequeña mientras te pone suavizante por octava vez y te peina el pelo con sus deditos.
Desayunar fuera en una cafetería a media mañana un croissant de mantequilla caliente con un café calentito con tu compi de coworking.
Acabar el trabajo a tiempo y no tener que hacerlo el fin de semana.
Escoger un libro para una amiga.
Hacer feliz a tus hijas accediendo a que el día de carnaval vengan a comer a casa y les ayudes a disfrazarse y a maquillarse en lugar de apurar a trabajar dos horas más...¿de qué me acordaré de aquí 10 años? ¿de esas dos horas de trabajo o de sus alegres nervios contagiosos mientras las visto y las maquillo?
Ver que ya has cobrado un trabajo en tu cuenta corriente cuando no lo esperabas.
Saber qué vas a regalarle a tu chico cuando aun falta un mes para su cumple.
Acoger entre tus sábanas y reconfortar con todo tu cuerpo a tu pequeña cuando viene de madrugada asustada por una pesadilla.
Leer una página cada una de un libro de aventuras emocionantes y no querer parar.
Acariciar a tu perro y que se ponga a roncar en dos centésimas de segundo.
Dar un buen consejo a una amiga.
Una estupenda clase de yoga visualizando como si fuera real que hueles a mimosas y que sus partículas de sol amarillo entran por tu cuerpo y se esparcen como purpurina de sol dentro de tí, para exhalarlas y recubrir todo cuanto te rodea de la alegría amarilla y el dulce aroma de la flor de mimosa. Y sin necesidad de tripis ;-)


miércoles, 20 de enero de 2016

La felicidad se aprende

En menos de una semana he oído de dos personas distintas que la felicidad es un estado de ánimo, y uniendo esta afirmación a otra que oigo en el coworking a menudo de que uno puede aprender a ser feliz, igual que a amar, una acaba concluyendo que ser feliz es enteramente responsabilidad de una.

La felicidad como estado de ánimo, como actitud ante la vida, como aprendizaje.

A raíz del post anterior, del caramelo, y de un libro que compré en NY de ilustraciones de "500 things to be happy about" (que me encaaaaanta y superrecomiendo) me he animado a plagiar el libro pero con dibujitos de mis momentos de felicidad, los míos y los de quien tenga a bien decirme los suyos!

Tanto las cosas que cita como los dibujos son tan "cute" que te arrancan una sonrisa y te hacen revivir esos momentos de felicidad, que al final son lugares comunes de todos, como saboreando el caramelo de las perlas.


Son cositas tan fáciles como meterse en la cama con las sábanas fresquitas recién lavadas y planchaditas, como que te hagan un "upgrade" sorpresa a business, ver fuegos artificiales o jugar con pompas de jabón.




Bailar como si no te viera nadie tu canción preferida, reír a carcajada limpia hasta llorar (o hacerte pipi ;-)), ser el primero en ver el arco iris y avisar a los demás, hacer algo que te da miedo hacer, y hacerlo bien, que te de el sol en la cara en invierno, la vista de las nubes desde el avión, los rayos del sol a través de las hojas de un bosque, el buzón de correo del mail por fin vacío, encontrar el ascensor en tu planta, cantar a dúo una canción que te encanta, caminar entre montañas de hojas secas en otoño, bajar esquiando con nieve perfecta, comprar flores que huelen genial para ti misma, cocinar algo para gente que quieres y que te quede delicioso...




Y a raíz de "todo el mundo", otra cita cazada al vuelo hoy, como dice Woody Allen "no conozco la clave del éxito, pero si la del fracaso: querer contentar a todo el mundo" .

Una vez asumido que intentar hacer feliz a todo el mundo es una cagada, hacer feliz a las personas de tu alrededor que te importan, o incluso a desconocidos, te hace ciertamente muy feliz. Es como si te dieran doble bonus de felicidad. Que poco cuesta pensar y hacer cosas que pueden hacer feliz a alguien y de vuelta a tí. Sin vivir para los otros, viviéndolo desde dentro, para una misma. Pero si está en tu mano hacerles felices...porquoi pas? ¿Porqué no aprender a ser feliz empezando por saborear esos caramelitos y haciendo felices a los demás, si está en nuestra mano?

Tengo que hacer algo para dejar estos posts de autoayuda que me están saliendo ultimamente, en breve acabaré poniendo un teléfono de pitonisa diosssssss!!! quiero volver a las frivolidades ya!!






jueves, 7 de enero de 2016

Collares de perlas y ostras de Ferrol

Ayer mi hija mayor no se podía dormir. Imagino que de cansancio, nervios por el viaje de vuelta a Barcelona y porque al llegar se encontraría a sus primas y la cabalgata y los reyes!!! Tanta emoción junta y dispar es difícil de gestionar, yo lo entiendo.

Así que me tumbé con ella como casi cada noche (alterna, una en cada cama, que si no hay furiosas disputas, hay que compartir a mamá!) y me metí acurrucada entre sus sábanas y su tebio cuerpo. La pequeña se duerme en un santiamén, pero a la mayor le cuesta, se resigna pero le cuesta. La cabeza le puede.

Las dos en cucharita nos quedamos un rato, mientras le acariciaba el pelo, pero el sueño no llegaba.

Así que le propuse jugar al juego de los ratos bonitos. Cada una tenía que recordar uno tu uno yo un momento bonito de los pasados estos últimos días en Ferrol, un rato que nos hubiera hecho felices y que al recordarlo y revivirlo volviera una sonrisa de esas que van por libre, que tienen vida propia, que aparecen sin pedir permiso, las verdaderas, las que iluminan.

Fuimos desgranando así cada ratito de felicidad, y pasamos un rato delicioso, más el sueño seguía sin venir, y me pidió un cuento. La mayoría de mis cuentos son inventados, sobre la marcha, según lo que haya pasado aquel día.

Me salió un cuento que me gustó tanto que quiero contarlo aquí...

"Había una vez una sirena muy presumida muy presumida, que siempre quería ser la más bonita de todas. Le encantaban los collares de perlas, porque la hacían muy bella, en su cuello tan largo y moreno. Así que andaba hurgando por las ostras, abriéndolas y molestándolas para ver si guardaban dentro una preciada perla nacarada. Cuando tenía las suficientes se hacía un precioso collar, pero nunca tenía suficientes, nunca se veía lo suficientemente guapa. 
Un día, las ostras, hartas y enfadadas del mal trato de la sirena presumida, se fueron a quejar a la Sirena Sabia. Y al poco, la Sirena Bella, que era como se llamaba, fue llamada para acudir junto a la Sirena Sabia.

- ¿Es cierto que les robas a las ostras sus perlas molestándolas?
- Errr...si, ellas no las quieren para nada! Las esconden a la vista de todos! Y son tan feas pobres!!
- ¿Y para qué las quieres?
- Para estar más bonita
- ¿Y estás realmente más bonita?
- mmmm... la verdad es que no mucho
 - vaya, ¿es que no conoces el secreto de la belleza verdadera?- A la Sirena Bella le chispearon los ojos ansiosa por conocer el secreto
- No....¿hay tal secreto? 
- Por supuesto!! como crees que podría ser yo tan bonita con tantos años y tantas arrugas que tengo!!- y era cierto, la Sirena Bella a menudo se lo había preguntado con cierta envidia
- y...¿yo podría conocerlo?
- Claro, por eso te he llamado. 

Verás, empezó a contar la Sirena Sabia, la verdadera belleza es la que irradía de nosotras cuando somos felices. Pero no siempre somos felices, la felicidad sólo dura a ratitos, pero son ratitos que podemos hacer durar y lamer como a un caramelo. 

Las ostras hacen perlas porque les ha entrado dentro de su concha un grano de arena, una piedrita, cualquier cosa que a la ostra le es incómoda y va creando una capa de nacar alrededor de ella para que le sea menos molesta, cada vez más grande, cada vez más perfecta y redonda, hasta llegar a esas perlas que tanto te gustan. 

Si con esos pequeños ratitos de felicidad haces lo mismo, los vas lamiendo con ternura, suave, despacito, te irá saliendo una sonrisa cada vez que lo hagas, será una sonrisa que te iluminará el rostro, los ojos cambiarán de color y si el ratito ha sido de felicidad verdadera nunca se gastará, al revés, como las perlas, cada vez será mayor tu sonrisa al recordarlo. 

Y así, hilvanando ratitos de felicidad nacarada en forma de sonrisa, que es el más bello de los adornos, te harás bella y radiante, y sin necesidad de robarle nada a nadie, solo estando dispuesta a ser feliz con todos.

Y ahora...a dormir soñando con esos ratitos de felicidad, esas perlas de ostras ferrolanas que su gente, su mar, su pan, su tortilla de patatas y hasta su lluvia repiqueteando en las tejas nos ha dejado. Bona nit....
  

jueves, 24 de diciembre de 2015

New York, canas y dinero

Parece que el 2015 se despide con tres hitos a alcanzar recién alcanzados en mi vida.

Nueva York era una asignatura pendiente desde que vi por primera vez "Un día en Nueva York", "Tu y yo", "Desayuno con diamantes", "Calle 42" , todas las de Woody Allen  de cuando era el primer Woody Allen y tantas otras!! Tengo un encargo pendiente a una tal Antía que escribe de cine en la Voz de Galicia y de eso sabe mogollón...la lista de las 10 mejores pelis rodadas todos los tiempos en NY, alá, lanzo el guante! :-)

Hasta en el avión de ida vimos "Aprendiendo a conducir", la penúltima de la Coixet que no puede ser más neoyorquina, la protagonista parece extirpada de una de las del citado Woody!

Como no podía ser de otra manera me gustó mucho. Me gustaron sus acera reparcheadas y pisoteadas por gente diversa y variopinta, de los de que de cada 10, 8 son diferentes entre sí: de color de piel, de cultura, de todo excepto en lo esencial; que son neoyorquinos, y esos les hace mucho más parecidos entre sí que entre los de su propia cultura de sus lugares de origen respectivos.

Me gustó que te puedas encontrar una tetería japonesa especializada en poder acariciar los gatos que tienen a disposición para ser mimados e incluso adoptados mientras te tomas tu té verde con pastelitos (también verdes) japoneses. Los gatos no eran verdes.

Me gustó que una larga retahíla de personas adultas y cool estén haciendo cola en una gélida y ventosa esquina para subir a un loft lleno de globos rojos enormes para jugar con ellos como si fuera un inmenso parque de bolas de adultos.

Me gustó caminar por el puente de Brooklyn de acero, madera y hierro, me gustó el perfecto art decó del Chrysler y desde luego me encantó ver anochecer y encenderse paulatinamente todas las lucecitas doradas y parpadeantes cual estrellitas de purpurina a mis pies desde la ventosísima azotea del Empire State.



No me gustó que comer sea malo, caro y con platos y vasos de plástico, ni conseguí andar con el café eterno aguachirri y que me da acidez por la calle como una genuina neoyorquina sin tirarmelo por encima la única vez  que lo intenté.

Me gustó la cantidad de librerías geniales en las que pasar horas largas que se te hacen cortas.

Me encantó el espíritu de la Biblioteca Pública de Nueva York.

No me gustó que la gente pobre es muy pobre y está muy sola y no puedan ni ir al baño de los bares porque éstos tengan códigos de acceso al wc que solo te aparece en el tiquet de compra. Ni me gustó el olor a pipí de rata del metro. De rata por decir algo.

Me sorprendió lo cutre que son en general los servicios públicos (léase buses, metro, alumbrado, aceras, sistema de recogida de basuras) y lo tercermundistas que son con el claxon los coches sobretodo en las zonas más saturadas del centro, pitando de modo gratuito y sostenido (y molesto, muy molesto).

En definitiva, que aunque caminamos mucho quedaron cosas por ver, así que habrá que volver. Hito conseguido pero revalidado ;-)

Canas

Este hito no me gusta nada, no lo tenía presente (como todo lo que a nosotros no nos pasa por el mero hecho de que a MI ESO NO ME PASA, y luego a TODOS nos acaban pasando tarde o temprano, en un ejercicio de democracia demoledora). Ha sido como una explosión. Me empeño en pensar que es fruto de un par de meses de estrés pero cabe la posibilidad de que sea un tema relacionado con la edad. Y es que una, a lo tonto a lo tonto, va haciendo años! Y por aquello de irse haciendo a la idea yo ya hace unos meses que me veo como el euro, redondeándome hacia arriba siempre, con lo que ya me doy por llegada a ala cuarentena. Así cuando llegue, que aun falta un buen año y medio me pareceré una bollicao. Eso en caso de haberme conseguido teñir claro.

El caso es que un día me fijé (miento: no me tuve que fijar, se me metieron en el ojo cual pestañas insolentes entre el párpado y el globo ocular) un porrón de canas. Si fuera un mechón sería sexi, como el de Morticia Adams, que me parece de lo más atractivo, o la mala malísima villana Cruella de 101 Dámlatas con Glenn Close. Pero no. Es una aquí, una allá, otra más acá, a lado y lado y en lo que sería el flequillo de llevarlo. Un drama vaya! Encima son como grises, no son blancas, que dirías que pudieran parecer más limpitas, no, es como cuando se funde la nieve y se queda llena de humo de los coches. Terrible.Y me hace vieja claro. Eso es todavía más terrible que el color nieve sucia.

De hecho más que que me haga vieja es que SOY mayor (no vieja). El problema principal radica en que yo vengo pensando, como Serrat, que "fa 20 anys que tinc 20 anys" (hace 20 años que tengo 20 años). Y claro, va a ser que no. Parece que esté haciendo coña pero hablo muy en serio! De verdad creo que tengo 20 años. Y claro, lo de las canas con 20 años es tragedia. Aunque tengo una amiga que ella y yo y nuestro círculo íntimo ya sabemos quien es que ella si lleva 20 años con canas!! Pero mira, a golpe de tinte lo ha conseguido disimular perfectamente!

Así que como soy nueva en esto de tapar canas e ignoro si con mechas vale o hace falta tinte (porque evidentemente descartamos el rollito soy-una-mujer-madura-y-profunda-y-segura-de-di-misma-que-no-pretende-ocultar-mi-edad-porque-la-cana-y-la-arriga-es-bella) y ayer me dediqué con mi hija pequeña a hacer como hacía yo cuando también lo era de ir poniendo un mechón mío en todos los mechones de pelo artificial teñidos del estante de los tintes. Volví a comprobar que el mío natural (sin canas) es el aburridísimo y de mal agüero "rubio oscuro ceniza" y el suyo un precioso castaño caoba. Luego jugamos a escoger el que más nos gustaba. Me imaginé pelirroja, castaña, con el pelo negro, rubio platino a lo Marilyn....al final acabé concluyendo que lo más sensato sería volver al "rubio oscuro ceniza" entre otras cosas porque con el rollo ceniza lo de las canas creo que se camuflan mejor que pongamos por caso un negro azabache.

Así que con estas estamos!!  Hito conseguido aunque no querido. Hito concatenado: ir a la pelu a que me arreglen el desaguisado (def: hecho contra la ley o la razón, veis?). A ver si para el 2016 ya he conseguido ir, pronto hará un año de la última vez que fui!! si de mi dependiera el sector...


Dinero


Este hito ya me gusta más! Guarda alguna relación con las canas porqué parte del estrés se lo debo a haber acabado los dos últimos meses pencando junto todo lo que no he podido en 4 años por motivos ajenos a mí y relacionados con algo de una crisis que se comenta por ahí.

Todavía tengo la cuenta pelada (aunque sin deudas a mi honra! -al menos de las que cobran intereses-), pero en cuanto facture (y cobre, detalle importante) podré volver a caminar a sabiendas de que existen tiendas en las calles, que son unos sitios donde a cambio de algo que llaman dinero y que abrevian aquí así: € y en NYC así $ puedes llevarte todo tipo de objetos de deseo, incluso sin contenido proteico, que eso si lo he ido viniendo intentándolo adquirir para no malnutrir a mi familia y no provocar a los servicios sociales.

Eso significa que si veo un pañuelo bonito me lo podré comprar o unos pendientes, o un restaurante caro, o incluso puede que hasta tenga suficiente para ir a la pelu a taparme las canas provocadas por lo mismo que me permite ir a la pelu y me las ha generado, hay que joderse con los círculos viciosos!

Este hito nunca es definitivo (especialmente entre los de mi especie free lance, o profesional liberal, o autónomo de toda la vida, como guste). Pero tras 5 años de penurias económicas poder tener un respiro y hasta incluso poder dejar trabajos de supervivencia de un lado para centrarme en lo mío me da una alegría. Porque las penas, con pan lo son menos.

Así que hito conseguido por un razonable periodo de tiempo (cada cual que se apañe con su razonabilidad (palabro?), la mía me la sé yo y me temo que es algo escasa, pero algo es algo, menos da un peine y a las penas puñaladas (este no va aquí, pero me quedaba bien otro refrán para terminar y no se me ocurría ninguno!).

Creo que puedo dar por razonablemente bien cerrado el 2015 a pesar de los pesares, las canas y las penurias. Como decimos en catalán (y puede que también en castellano):

Tot va bé si acaba bé!

Salut, alegria i consciència!

Bon nadal!

viernes, 4 de diciembre de 2015

Un año de colores

No sabría decir si ha pasado lento o rápido, desde aquel poético y frío 22 de diciembre, como tampoco sabría decir por qué entonces dejé de escribir ni por qué ahora lo retomo sin siquiera saber de qué quiero escribir.

Lo retomo porque es casi una necesidad tangible, porque aunque deba escuchar más al corazón que a la razón y me sepa hiperanalítica hasta extremos poco saludables estoy hecha a la escritura y es mi humilde pero segura senda por la que me siento a gusto, en casa. Todo lo otro a veces parece una selva de zarzas y tojos, donde te metes para salir malherida. El camino de la escritura no es tortuoso, es como si llevaras un frontal en la noche y a cada paso se iluminara el que has de hacer después. Es como recuperarme un poco a mí misma, o lo que sé de mi misma, o dónde me siento segura.

Lo retomo para romper el hielo, para volver a las teclas sentidas.

Y aunque no tenga mucho que decir, o demasiado y no sepa por dónde empezar, aquí vuelvo a estar.

Para que el 2016 me pille en forma y dispuesta a enriquecerme escribiendo, sacándole punta a los lápices de la vida, a veces pretendidamente graciosa, a veces tan afilada que pinchan, pero siempre lápices de colores...aunque aquí, en la pantalla sea negro sobre blanco, o blanco sobre azul, si algo tengo claro es que todo es una gama de grises, o mejor, una paleta pantone....

Como les gusta preguntarme a mis hijas, desde que les confesé que no tenía color preferido fijo, que dependía del día, o incluso del momento dentro del día, y claro desde entonces se ha convertido en machacona pregunta de obligado cumplimiento...más fácil pero menos bonito hubiera sido dar por zanjado el tema con un rosa incuestionable!

-mamá, avui quin color t'agrada més?
- avui....el blau, però el blau fosc
- tens raó, jo avui també estic blau fosc...o lila millor.

Bienvenida sea la paleta si sirve para explicar emociones que a veces resultan demasiado matizadas y leves como para ponerles tremendas y rígidas etiquetas como "triste" o "serena" o "animosa" pudiendo decir "lila" o "verde" o "naranja" .

Si no fuera porque exige método y me cuesta un potosí sería maravilloso tener un calendario de colores, de modo que al acostarlas pensáramos de qué color había sido el día... quizás ha empezado naranja después de una noche de buen descanso y un buen día por delante, pero luego se ha teñido de rojo en un momento de enfado, para acabar siendo lila al caer la noche, tan pronto en esta época del año y decidir que finalmente el cómputo ha sido un día granate. Y entonces pintar el cuadradito de hoy de granate.

Si lo hubiera hecho podría concluir mejor qué tal ha ido el año echando un vistazo a mi paleta particular, pero conociéndome seguro que ha tenido todos los pantones posibles.

Hace un año tenía el propósito pre navideño de perder tres kg. Un año después, entre que la báscula no tiene pilas desde hace no se cuanto y que los tejanos me quedan flojos creo que es un tema cerrado. Me gusta mucho más que mi propósito sea hacer un calendario de colores cada una, y que por las noches, al acostarnos, nos lo preguntemos y lo pintemos...como un acto de reflexión, más que de reflexión, de aprender desde niñas a escuchar al corazón.





lunes, 22 de diciembre de 2014

Poesía en la ciudad

Es una de esas noches frías frías en Barcelona, frías de verdad, de las que cae la humedad de golpe condensada en el asiento de la moto, en el pelo, en el tuétano de tus huesos.

Las calles desiertas, iluminadas, la travesera del Guinardó, la subida al Carmelo, cada vez más helada a medida que gano altura, el viento cortante en el poco trozo de cara que libera el casco, las manos heladas a pesar de los guantes, las piernas apretadas al refugio del escaso carenado.

Y de pronto, huelo a chimenea.

Ese olor inconfundible a leña ardiendo. A pueblo.

¿De dónde vendrá ese rastro que lleva a mi niñez?

Rebaso el monte y veo las luces tintineantes del sur de la ciudad, y cuando se acaban, abruptas, adivino el mar.

Montes, mares, frío, leña al fuego.

A veces, aún es posible la poesía en la ciudad.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Átaque de frivolidad dietética prenavideña

Por aquello de ir avanzando tarea, estas (pre)navidades me ha dado por anticiparme a mis lamentos de kilos de más.

La verdad es que ante mi perplejidad constato que mi propósit prenavideño de llegar como un figurín a tan temidas fechas ha sido un fracaso estrepitoso, como todo fracaso que se precie.

Hace un mes y medio, UN MES Y MEDIO! decidí que iba a perder (en un mes y medio) 2 kg.

Tal que así: me pesé, me preocupé, y me dije, voy a perder 2 kg para antes de las navidades -para poder comen turrón a mis anchas, claro, que es la gran diferencia respecto el mismo propósito pero en distinta época, preveraniego, a saber, lucir tipazo (bueno, vamos a dejarlo en mejor tipo)-.

A día de hoy, peso exactamente lo mismo, o incluso puede que algo más.

Y a no ser que venga una bendita gastroenteritis en una semana (negaré haberlo deseado en caso de ocurrencia), lo tengo crudo crudo como el ápio que me he comido hoy, en un intento desesperado de conseguir en un día lo que no he hecho en un mes.

Constatado el hecho una, que es analítica por naturaleza, me he puesto a pensar los motivos del fracaso, por aquello de que una vez se conoce el problema ya se tiene éste medio resuelto. A mi me gusta esta frase porque me encanta analizar problemas. Pasa que me suelo alargar en esta fase y para la parte ejecutiva ya llego como con medio desánimo, como medio desmotivada, y ahi me suelo empantanar.

El resultado de mis reflexiones acerca del fracaso es que hay tres motivos principales.

El primero tiene que ver con lo de pensar más que hacer, precisamente.

Básicamente, con tomar la decisión ya me dí por satisfecha.
Decidí, pero no hice nada para ejecutar mi decisión. Como cuando esquías, que basta con pensar quiero ir hacia allí ¡y ya vas! (o al menos, así se lo expliqué a mi hija como la técnica del giro en esquí y funcionó. ¡A mi me funciona vaya!).
Pero con lo de perder peso he de constatar que no ha funcionado.
Decidiéndolo no era suficiente.
Hacía falta una estrategia, algún método, no sólo el objetivo.
¡Queriendo ir a NY uno no va a NY!

El segundo motivo es que el nivel de sacrificio al cuál estoy dispuesta a llegar en aras a dos kilos menos sospecho que es muy muy bajo.
No he podido profundizar demasiado en un nivel teórico ni mucho menos en la práctica en mi resistencia a las tentaciones culinarias, entre otras cosas porque aún no se ha dado tal caso. Creo que nunca me he resistido, por aquello que la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella, pero sé que soy muy débil, y que cedo ante las presiones con mucha facilidad.

En general es así ya, pero es que con las del estómago me pasa especialmente. No me siento capacitada para negarme a comer fuera si alguien me lo propone, a renunciar al pan, a la pasta, a las cookies, al chocolate, a las pizzas. Por no hablar del vino y la cerveza, que resulta que al alcohol engorda horrores, ¡y eso que pasa como agua! Quien lo diría ¿no?

El tercer y último punto es que a pesar de incrementar visiblemente mi nivel de actividad física yendo dos veces a la semana (¡una fui tres!) al gimnasio, y que hace un par que voy andando a trabajar (35 minutos aproximadamente con desniveles pronunciados ida y otros tantos vuelta aunque por otro camino), está claro que no es suficiente.
Mi amiga Bea me dijo que los 15 minutos de elíptica eran de chiste ¡y eso que yo se lo contaba como una proeza! Es más, para mayor ahondamiento en mi ofensa, dijo que eso servía de calentamiento. CALENTAMIENTO.
¿Pero que harán en mi cuerpo con 45 minutos que me dice ella que tengo que estar? ¿Brasas? ¿Pondrán calçots y butifarras? ¡Por dios, si sudo como un pollo dando vueltas en el ast con 15 minutos!
Lo peor es que con eso, con mis 15 laaaaargos minutos me dice la máquina que quemo... 60 calorías. ¿Sabéis que tiene 60 calorías? No lo quieras saber. Es ridículo. Descorazonador. Frustante.

Así que ahora he decidido que tengo que hacer un plan, y no sólo eso. También cumplirlo.

Mi plan para esta semana es:

CADA (cada, cada... quien dice cada dice casi cada, entiéndeme) mañana hacer una rutina (los que saben lo llaman así) de escaleras. Subirlas de calentamiento, bajarlas y subirlas de nuevo de dos en dos. Bajarlas y subir dos y bajar un peldaño. Bajar. Y luego subir de lado bajar y subir del otro. Parece q esto es lo que más quema y que si me estoy con este sube baja durante media hora quemo 400 calorías, que es bastante más que 60. ¡Llámadme arrojada!

Y CADA (idem que paréntesis anterior) mañana desayunar una tortita integral de arroz con jamón del bueno, que eso lo hace mi amiga Elena y el tema del jamón bueno para desayunar me parece razonable. Y un iogurt con salvado de avena. Pasa que creo que me he equivocado y he comprado copos en lugar de salvado. Y parece que esos engordan. No estoy aún muy puesta en el tema...

No sé que tal me irá el plan de choque, para empezar voy a reducir el objetivo a un kilo, ya que sólo me queda una semana, y a ver si con lo de la presión del efecto último día para el exámen, que es lo que siempre me ha funcionado, me pongo las pilas.

Prometo compartir resultados en una semana, justo antes de la comilona 1.1 (nochebuena) os contaré que tal me ha ido con el ápio.
Luego de los asaltos:
1.2 Navidad
1.3 San Esteban
2.1. Noche de Fin de Año
2.2 Comida de Año Nuevo
3.1 Comida de Reyes

Más las comilonas propias de pasar una semana en Galicia y sus desvaríos gastronómicos, volveré a compartir resultados.

Ya puedo hartarme a apio ya! Total, para luego de propósito de enero, ¡repetir!

La vida es puro bucle. :-)